miércoles, 2 de agosto de 2017

Geopolítica: Insubordinación Fundante: El Sentido . Por el Lic. Marcelo Gullo

Insubordinación Fundante: 
El Sentido
Léia Carvalho entrevista en Brasil a Marcelo Gullo: "Un país sólo se puede desarrollar y construir su poder nacional a partir de un proceso de Insubordinación Fundante".









El prestigioso politólogo Marcelo Gullo, investigador del Instituto de Estudios Estratégicos de la Universidad Federal Fluminense de Brasil y columnista destacado de Será Noticia, responde acerca de la significación profunda de la “Insubordinación Fundante”, en una entrevista realizada por Léia Carvalho, publicada en el portal Geopolitica.ru, plataforma para la monitorización permanente de la situación geopolítica en el mundo.
En sus libros ‘Insubordinación fundante’ e ‘Insubordinación y Desarrollo’ usted afirma que la insubordinación es la que causa el desarrollo y el éxito de las naciones ¿Un país sólo se puede desarrollar a través de la insubordinación?
Sí. Un país sólo se puede desarrollar y construir su poder nacional a partir de un proceso de “insubordinación fundante”. Todos los países que actualmente son países desarrollados, que tuvieron éxito en salir de una situación periférica para transformarse en países centrales, realizaron un proceso de insubordinación fundante. Entonces, la pregunta es: ¿Cómo explicar esto? ¿Qué es un proceso de insubordinación fundante? Para esto tenemos que hacer un análisis histórico.
A partir de 1750, cuando Inglaterra alcanzó su plena industrialización, comenzó a predicar al mundo un camino contrario del que ella había hecho para industrializarse, para desarrollarse, para construir su poder nacional.
Existe una gigantesca falsificación de la historia de cómo Inglaterra construyó su poder nacional. Construyó su poder y su industrialización a partir de la reina Isabel I, a partir de un gigantesco impulso estatal y de un gigantesco proteccionismo económico.
Cuando alcanzó la industrialización del país, fue el primer poder autoconsciente. Entonces, Inglaterra se preguntó a sí misma: “¿cómo hago para que los otros países no lleguen al grado de poder que alcancé?”.
Con eso Inglaterra va a inventar una ideología, diciendo que el camino del éxito era el totalmente contrario del que ella había recorrido para desarrollarse. Inglaterra da a luz, entonces, al liberalismo económico, a la división internacional del trabajo como teoría, a partir del libro de Adam Smith, La Riqueza de las Naciones, para decir a los otros que el camino del éxito es el contrario al que ella había recorrido. A partir de este momento
Inglaterra realiza la subordinación ideológica cultural de las élites y del resto del mundo; va a utilizar la subordinación ideológica como la primera herramienta y estratégica de dominación, sin usar la fuerza, convenciendo a través del pensamiento.
Es cierto que Inglaterra utilizó como principal estrategia de dominación la subordinación ideológica para que los otros no llegaran al estado de desarrollo que ella había alcanzado, también es cierto entonces que todo proceso emancipatorio y de desarrollo próspero sólo puede resultar de una insubordinación ideológica pero de un adecuado impulso estatal. O sea, todo proceso emancipatorio, de construcción de poder nacional, de desarrollo próspero, sólo puede ser resultado de una insubordinación fundante. El primer ejemplo que tenemos de que esto es cierto es justamente la revolución estadounidense, encabezada por George Washington, quien realiza la primera insubordinación fundante que rechaza el libre mercado establecido por Gran Bretaña, y a partir del gobierno de Washington, con su gran secretario del tesoro Alexander Hamilton, realiza una política proteccionista y va a argumentar y a crear el argumento de industria naciente, para oponerse e insubordinarse ideológicamente contra la teoría de la División Internacional del Trabajo, que Inglaterra exportaba como doctrina de dominación.
Hoy Inglaterra no es más el principal dominador. Tenemos un dominador más conocido actualmente: Estados Unidos ¿Cree que existe alguna posibilidad de que en el futuro acabe su dominación?
Una cosa fue lo que Inglaterra hizo para industrializarse y obtener progreso y otra cosa fue lo que predicó Cuando Estados Unidos, después de cien años de proteccionismo económico, de defensa de su economía y aplicación de un nacionalismo económico, se convirtió –después de la Segunda Guerra Mundial- en la primera gran potencia industrial tomó el puesto de Inglaterra y comenzó a hacer lo mismo: predicar el libre mercado y la no intervención del Estado en la economía.
Efectivamente, fue con Adam Smith que se inició la gran falsificación de la historia económica mundial y la construcción del capitalismo; después Adam Smith falsificó la historia de Gran Bretaña, omitió datos o no dio importancia a determinados datos, volviéndose el país de la subordinación ideológica. No es importante, ni es posible saber con certeza si Smith trabajó conscientemente para que fuese así, o si solamente trabajó como un intelectual en busca de la solución de los problemas económicos de orden internacional.
Lo importante es que, de hecho, con los libros de Adam Smith Inglaterra conquistó más mercados, más naciones, más semi-colonias (países que conservando el aspecto de soberanía se convierten en colonia británica real) que con todos sus cañones.
Estados Unidos fue la patria del nacionalismo económico. Estados Unidos fue -con la revolución independentista encabezada por George Washington y con la aplicación del plan económico elaborado por Alexander Hamilton- el primer país en insubordinarse contra la ideología de dominación que los ingleses predicaban al mundo. Esta insubordinación estadounidense que se constituyó en la primera insubordinación fundante, comenzada por Washington, fue continuada por los otros presidentes y garantizó definitivamente el triunfo del norte industrializado sobre el sur agrícola, pro-británico y pro-libre mercado.
Después de la Guerra Civil, Lincoln fortaleció el nacionalismo económico estadounidense e impuso las medidas proteccionistas más fuertes que conocemos en toda la historia de la humanidad. Cuando Estados Unidos –después de muchísimos años de aplicación de un proteccionismo económico gigantesco- se convirtió en la primera potencia mundial y el país más industrializado del mundo, adoptó el libre mercado después de la Segunda Guerra Mundial, eso fue favorable al país hasta el final del siglo XX.
Al final del siglo XX se produjo un fenómeno nuevo en la historia estadounidense -un fenómeno que en realidad había comenzado a producirse a mediados de la década de los ’70, o comenzó a finales de la década del ’80- alrededor de 1980: la alta burguesía industrial estadounidense comenzó a transferir su producción industrial hacia Asia (primero a Taiwan, después a China).
¿Y por qué mudaron su producción a Asia? Porque en Asia va a obtener la plus-valía, es decir, la ganancia de capital más gigantesca que ninguna burguesía jamás obtuvo en la historia. Entonces la industria estadounidense se transfirió a Asia, a producir inclusive para el propio Estados Unidos. Esto fue permitido por el Pentágono, porque se le explicó al Pentágono que podría pasar a poseer tecnología de punta, lo cual era una media verdad.
Sin embargo, con el pasar del tiempo, a partir del 2008 esa mudanza de la industria estadounidense hacia Asia provocó la desindustrialización de Estados Unidos y un desempleo estructural imposible de ser absorbido por lo servicios, haciendo con eso que el país entrara en una crisis gigantesca.
Por eso podemos decir que hoy el libre mercado no favorece más al pueblo de Estados Unidos, sí favorece a las grandes multinacionales. Podemos decir metafóricamente que Estados Unidos se transformó en el “cazador cazado”.
Los que usufructuaron el libre mercado después de la Segunda Guerra Mundial ahora ven el libre mercado jugando contra el poder nacional de Estados Unidos. Claramente la élite financiera, la élite industrial de alta tecnología y la burguesía que mudó su producción a Asia están contentas, pues fueron y continúan siendo beneficiados por esa migración. Es claro que la crisis no las afecta.
Pero el país está sufriendo una crisis enorme y la victoria de Donald Trump es la expresión de esa crisis, que sólo se explica porque las grandes masas de trabajadores de la industria estadounidense que hoy están sin empleo decidieron votar en este hombre que viene de la no-política y que prometió la reindustrialización de Estados Unidos.
Hable más sobre el proceso de falsificación de la historia y sus consecuencias
Una falsificación de la historia económica mundial se lleva a cabo en los principales centros académicos de excelencia de Estados Unidos y Europa, cuando se oculta la forma real que Alemania, Estados Unidos, Japón, Corea del Sur pasaron de ser países primarios exportadores a países industrializados. La falsificación de la historia oculta la Inglaterra de la industrialización, que fue la cuna del proteccionismo económico. Se oculta que Alemania tuvo un gigantesco proteccionismo económico. Se oculta que todas las industrias de Japón fueron creadas por el Estado.
Esa gigantesca falsificación sirve fundamentalmente a la oligarquía financiera internacional, la cual estuvo aliada a Inglaterra promoviendo el libre mercado. Cuando Inglaterra comenzó a decaer en 1911, esta oligarquía comenzó a buscar una alianza con Estados Unidos, la consiguió con el presidente Woodrow Wilson, quien entregó el control de la moneda, creando la Reserva Federal.
Ahora, esta oligarquía financiera internacional que fue aliada de Inglaterra, y que fue aliada de Estados Unidos, está ahora buscando una alianza con el poder chino. Esta oligarquía es la que impulsa -a través de su enorme dominio en los medios de comunicación y de su maraña de centros académicos- la subordinación ideológica del mundo por medio del liberalismo económico. El Liberalismo económico sirve apenas a los intereses de la oligarquía financiera internacional, provocando la miseria de los pueblos, incluyendo en algunas ocasiones a los que, en el momento que estaba aliada a Estados Unidos, habían alcanzado un bienestar de desarrollo.
Sobre Trump, ¿cuál es su análisis sobre su gobierno hasta ahora? ¿Qué espera de su mandato?
La victoria de Trump fue una derrota gigantesca de la oligarquía financiera internacional y un triunfo del pueblo estadounidense, un triunfo de la América Profunda, un triunfo de las fuerzas nacionales. Sin embargo, a partir de las primeras semanas de su gobierno, esta enorme victoria de las fuerzas nacionales en Estados Unidos comenzó a diluirse, y no es claro hoy en día la dirección del gobierno de Trump, que parece titubear, que parece oscilar entre responder al mandato del pueblo estadounidense (la reindustrialización de Estados Unidos, el abandono de la política imperialista) y ceder a las presiones a las que se ve sometido por parte de la oligarquía estadounidense para que continúe la política imperialista en el mundo y la política de libre mercado. Donald Trump está indeciso hoy.
Es importante comprender que más allá de los poderes nacionales de los Estados-Nación importantes como Estados Unidos, Rusia, China, India, existen en el mundo los poderes transnacionales. Dentro de esos poderes transnacionales podemos citar el poder de la oligarquía financiera internacional y el poder de la petro-oligarquía saudí, que constituyen hoy los dos grandes poderes transnacionales del mundo que mantienen presos a los Estados-Nación para que cumplan con sus intereses. Ese es el caso de Estados Unidos, que desde hace mucho está preso del poder de la oligarquía financiera internacional. Sin temor a exagerar, podemos decir que Estados Unidos está preso en gran medida de este poder.
Trump llegó para liberar al país de ese dominio. Pero ahora que está en la Casa Blanca sólo mostró un cierto desconcierto, que no sabemos si es porque las fuerzas a las que se opuso son extremadamente poderosas y no consigue imponerse sobre ellas o si él cedió, decidiendo someterse a ellas. Ésta es la gran duda que tenemos.
¿Cómo Arabia Saudita es subordinada de Estados Unidos al mismo tiempo en que la petro-oligarquía saudí es dominante en el mundo, incluyendo a Estados Unidos?
Existe una petro-oligarquía islámica que se fue constituyendo paulatinamente a partir de la década del ’70, es un actor fundamental de las relaciones internacionales. Hoy esa petro-oligarquía islámica es una de las grandes fuerzas transnacionales que modela la política internacional. Arabia Saudita es el corazón de esa petro-oligarquía islámica, cuyo poder es enorme dado el control que ejerce sobre innumerables compañías industriales y financieras. El poder económico de esa petro-oligarquía islámica puede poner de rodillas a muchos países del mundo. Sin embargo, su talón de Aquiles es que depende para su supervivencia física de la protección militar de Estados Unidos, que es quien garantiza la seguridad de Arabia Saudita.
Volviendo a hablar sobre la insubordinación: ¿usted piensa que la insubordinación fundante es de fundamental importancia para el mundo multipolar?
Todos los procesos emancipatorios exitosos en el mundo, todos los países que alcanzaron el desarrollo, llevaron a cabo hasta ahora un proceso de insubordinación fundante. Tal es el caso de Estados Unidos, que fue la primera insubordinación fundante. Tal es el caso de Alemania, que es la segunda insubordinación fundante. Tal es el caso de Japón, que realizó una insubordinación fundante silenciosa. Tal es el caso de Canadá, que realizó una insubordinación fundante pacífica. Pues bien, en este siglo XXI, un proceso de insubordinación fundante no puede ser como en el siglo pasado solamente nacional, debe ser un proceso continental, o sea, no tiene más posibilidades, ni siquiera para Brasil –que es el país más importante de América del Sur- de realizar una insubordinación fundante solitaria. Nuestra insubordinación fundante deberá ser en este caso sudamericana. Es sólo entonces a través de una insubordinación fundante sudamericana que nuestros países tendrán éxito en construir el poder y alcanzar el desarrollo económico necesario para sentarse en la mesa de los grandes y tener lugar en un mundo multipolar. Es decir, el mundo multipolar debe ser construido, y para que América del Sur, para que Brasil, Argentina, Perú, etc., sean parte de un nuevo polo de poder en ese mundo multipolar. América del Sur debe realizar su propia insubordinación fundante. No hay ninguna posibilidad de construcción multipolar real si todos los países no realizan juntos este proceso de insubordinación fundante.
Hay un dicho que dice: “no se hace una tortilla sin romper algunos huevos”. O sea, toda acción que comienza en busca de conseguir poder nacional, autonomía y desarrollo va a ser evidentemente combatida por la oligarquía financiera internacional y por los Estados que sirven a ella. Por eso nuestra mejor garantía para poder resistir las presiones contra nuestro desarrollo es la integración sudamericana, que formaría un escudo de protección suficientemente fuerte y amplio para poder resistir las agresiones externas.
Parece difícil que los países de América del Sur se unan para comenzar un proceso de insubordinación fundante exitoso ¿Qué piensa usted al respecto?
El camino de la unión sudamericana es un camino difícil, a causa de factores internos y externos. Pero aún siendo un camino difícil, no significa que es un camino que no debamos seguir, pues solamente la unión de América del Sur podrá formar el escudo protector que necesitamos. Por eso, la integración de América del Sur sólo puede comenzar a través de una integración argentino-brasileña. Esta integración es el núcleo aglutinante de América del Sur. Se intentó ese proceso en los últimos diez años, pero hoy retrocedió y está paralizado. La continuación de ese proceso deberá ser retomado cuando el pueblo de Argentina y el pueblo de Brasil consigan recuperar sus Estados, sus destinos, o sea, cuando los actuales ocupantes del poder que sólo sirven a los extranjeros salgan del poder.
Se habla mucho de Rusia, que ha conseguido imponerse frente a las interferencias estadounidenses ¿Sería Rusia un ejemplo de país que tuvo éxito en desafiar la unipolaridad liberal? ¿Qué hizo Rusia para tener poder? ¿Serían sus armas nucleares? ¿O también los acuerdos que hizo Rusia con otros países?
Setenta años de comunismo infligieron a Rusia un daño antropológico enorme, que durante el gobierno de Yeltsin llevó a Rusia al punto de su disolución nacional. En esas terribles circunstancias, en las que Rusia corrió el riesgo de ser reducida al ducado de Moscú, apareció en el escenario la figura política de Vladimir Putin, que comprendió genialmente que este daño antropológico sólo podía ser reparado recuperando las raíces culturales más profundas, lo cual llevó a su conversión al cristianismo y a asumir el desafío de la recristianización de la población rusa para detener la infección social que ha corroído el cuerpo social de Rusia tras la incesante imposición durante años del ateísmo militante.
Sin duda, la posesión de armamentos nucleares es la única razón por la que Rusia no fue agredida militarmente en forma directa para la destrucción de su proceso de reconstrucción del poder nacional que Putin lleva adelante. Pero si la posesión de armas nucleares es la única garantía táctica que Rusia tiene para mantener su seguridad, su reconstrucción moral es la única garantía estratégica de supervivencia nacional.
¿América del Sur tendría más poder si al menos Brasil y Argentina tuvieran armas nucleares?
La unidad de América del Sur es la única garantía para la seguridad de cada país que la integra. Solamente una América del Sur integrada podría conseguir aumentar su capacidad de disuasión. Cualquier tentativa aislada sería duramente castigada y destruida.
¿Qué tiene para decir sobre el Mercosur? ¿Y sobre el proyecto de Unasur? ¿Hay condiciones para formar un bloque fuerte de integración sudamericana?
Necesitamos “poder” para “poder ser”, y sólo podemos “ser” juntos. La unión de América del Sur es la condición sine qua non de posibilidad de integración y unión de Latinoamérica, y la unión argentino-brasileña es la condición sine qua non de unión de América del Sur. El Mercosur y la Unasur se encaminan en esa dirección.
¿Tiene algo para decir sobre los BRICS?
Los BRICS fueron el sueño de una noche de verano, un cuento chino en el que Pekín nunca cree.
Usted habló de un intento de integración entre Argentina y Brasil ¿Quién comenzó ese proyecto en Argentina?
El primer político en Argentina que se dio cuenta de que la clave de la autonomía e independencia es la integración sudamericana fue el general Juan Domingo Perón. Él se dio cuenta que la integración es el escudo protector que todos los países sudamericanos precisan para comenzar sus proyectos de insubordinación fundante y desarrollarse.
Perón fue el primero en entender que la clave de la integración sudamericana pasaba por la integración argentino-brasileña, que sin integración argentino-brasileña no era posible la integración de América del Sur. Este pensamiento de Juan Perón fue un pensamiento realmente revolucionario para la época, tanto que el ejército brasileño y el ejército argentino tenían hipótesis de conflicto entre sí, y Perón consiguió mudar ese cuadro hacia la hipótesis de integración entre los países.
Él es el que va a iniciar en 1952 el proyecto ABC –la integración entre Argentina, Brasil y Chile- como un núcleo aglutinante de América del Sur. Y esa intención de Perón, que era el único camino real posible de integración sudamericana, despertó la furia de los sectores de la oligarquía mundial y la furia de las oligarquías locales. Es esa reacción furiosa de la oligarquía brasileña y de la oligarquía mundial la que va a presionar a Getulio Vargas de tal forma, hasta llevarlo al suicidio. Es justamente esa idea de Perón la que provoca la gran reacción de las oligarquías contra él, haciéndolo caer mediante un golpe de Estado y una revolución sangrienta en setiembre de 1955. Getulio Vargas y Juan Perón iniciaron procesos de insubordinación fundante, en 1930 (Brasil) y en 1943 (Argentina).
¿Por qué afirma usted en su libro que el pueblo argentino está muy subordinado al liberalismo?
Es una respuesta larga. Tenemos que volver a la historia: después de 1852, con la caída de Juan Manuel de Rosas se establece un gobierno oligarca, que convierte a la Argentina en una semi-colonia de Gran Bretaña. La principal herramienta de dominación empleada por la oligarquía anglo-argentina para dominar al pueblo argentino fue la falsificación de la historia, predicando el libre mercado de la teoría de la División Internacional del Trabajo.
Entonces se educaron a generaciones y generaciones de argentinos en el mito del libre mercado y en el mito de la teoría de la División Internacional del Trabajo En ese esquema Argentina creció, y creció mucho en realidad, pero no se desarrolló. Era un falso desarrollo.
Sin embargo, lo que fue grabado por la subordinación ideológica en el imaginario popular es que ese período de la historia fue un período de cierto éxito. Y esa impresión más la predicación incesante del libre mercado y de que la Argentina debe ser solamente un productor de materias primas es el pensamiento argentino hasta el día de hoy. Por eso, a partir de 1852 y hasta el día de hoy, con la excepción del gobierno de Perón (1943 a 1955) Argentina ha sido siempre una nación subordinada ideológicamente.
Esa subordinación, por parte de la oligarquía anglo-argentina, fue bastante fácil de realizar, porque comenzó en ese proceso histórico (a partir de 1852) un gran proceso de inmigración: de cada 10 personas en Buenos Aires 8 eran extranjeras. Y las criaturas en edad escolar eran hijos de extranjeros. Entonces, ese hecho de no tener padres extranjeros y de no tener abuelos argentinos facilitó la falsificación de la historia, en la que los héroes argentinos fueron representados como villanos y los villanos fueron presentados como héroes. Esa falsificación histórica fue facilitada porque la mayoría de la población no había nacido en Argentina, eran hijos de extranjeros, y por eso mismo también fue más fácil predicar el liberalismo y después el neo-liberalismo.
Cuando esa masa migratoria se nacionalizó y comenzó a pensar en términos nacionales (recordando también el proceso de insubordinación fundante comenzada por Perón, que terminó trágicamente en setiembre de 1955) comenzó un proceso de persecución contra el peronismo que llevó a prisión y asesinato de miles de personas. Ese período de subordinación ideológica se vio favorecido por el uso enorme de la fuerza, a la que recurrió la oligarquía a través del ejército que controlaba.
Respecto a la Argentina, ¿cuál es su análisis del actual gobierno?
El actual movimiento político que gobierna la Argentina -el movimiento “Cambiemos”- está compuesto por personas de muy buena intención pero que no saben lo que hacen y por personas de mucha mala intención que saben perfectamente lo que hacen. Pero en definitiva éste es un gobierno que vuelve a llevar a Argentina a la posición de un simple productor de materias primas, a un país sin industrias. Ellas tienen en su imaginación una idea de una Argentina apenas primaria exportadora (agrícola exportadora, pecuaria exportadora); no tienen en su imaginación la industrialización de Argentina.
Estamos viviendo un nuevo proceso de desindustrialización de Argentina que el actual gobierno está realizando. El problema con ese esquema es que aún cuando Argentina fuese una productora eficiente de materias primas, en ese plano sólo existe trabajo para 14 millones de personas, o sea, el resto de Argentina, en ese proyecto que el actual gobierno realiza, está condenado irremediablemente a la miseria.
El modelo económico que el gobierno de Macri está realizando condena a la Argentina a la miseria del subdesarrollo.
En el escenario global actual, hay rumores de una posible guerra en el continente asiático ¿Cree usted que ese conflicto tenga posibilidades de hacerse realidad?
Creo que no va a haber un conflicto en Asia, porque la tercera guerra a la que asistimos está llegando a su fin. Hay posibilidad de una “nueva Yalta”, metafóricamente hablando: esa “nueva Yalta” se estableció entre Estados Unidos y China (en la última reunión que tuvieron sus presidentes). En esa “nueva Yalta”, que también está expresada por las fuerzas transnacionales, está pautado que el déficit crónico que Estados Unidos tiene con China va a terminar. China se comprometió a eso. Y entonces, esa “nueva Yalta” va a hacer que no haya guerra en Asia. En ese acuerdo, Estados Unidos no va a tener el déficit comercial con China y tampoco va a cumplir la promesa de reindustrialización.
Es decir, el pueblo estadounidense está al margen de esa “nueva Yalta”, tal como los otros pueblos de mundo se ven oficialmente, pues este acuerdo es en realidad de interés de las fuerzas transnacionales y no del pueblo.

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